La Prensa (LXXX)

  • Lauren García

     

     

    Las estaciones poéticas de Nieves Viesca

     

    Nieves Viesca, (Gijón, 1959) coge al vuelo y colecciona poemas como instantes vitales. La autora asturiana está de enhorabuena con la publicación de su quinto libro, «El túnel y los días», escrito con la paciencia consabida de que un poemario es el resultado de ingenio, reflexión y maceración. Antonio Bravo, profesor de la Universidad de Oviedo y poeta, afirma en el prólogo: «Nieves Viesca pertenece a esa generación de mujeres poetas de la modernidad que abandona con frecuencia lo bucólico, el espacio protector del pueblo o del campo, el círculo del clan para dirigirse a la urbe hostil, al mundo anónimo que vaga por las calles de las ciudades sin alma, y además lo refleja en un estilo personal.»En  «El tunel y los días» la dicha se alza frente al dolor reflejándose en poesía visual y los juegos de palabras se resuelven con el debido gozne de la lírica. El tiempo y las estaciones cobran sentido literario en Nieves Viesca que exclama: «Quiero arder, refugiarme/ ser yerta lumbre».  También los días de la semana se convierten en peatones observadores, cómplices del verso, igual que la sombra de un árbol persiguiendo la sombra. La obra se redondea con unas fotografías de Carlos López y de la propia autora. Un paseo desde el barrio de Begoña a la búsqueda del mar alargando las sílabas.

     

    LA LLUVIA

     

    Se anota la tristeza en el dietario:

    -Llueve

    sobre la acera de mi nombre-.

     

    Por su grieta, las sílabas se llenan

    de moho

    y el dolor

    incinera calando la palabra.

     

    ((((El semáforo rojo, cruza en ámbar,

    empápate del día.))))

     

    Qué ingenuo es el lenguaje

    cuando posa su vuelo en el asfalto.

    Siempre olvida el reloj,

    las llaves,

    la tormenta… y el paraguas

    plegable de la esperanza.

     

     

    JuevEs

    madrugada

     

    Cede ante el sol la niebla matinal.

     

    La vida se dirige

    a mí. Susurra un soplo, habla,

    me grita dentro.

    La escucho atentaMente

    y siento ser el cóndor

    si asciende las alturas.

     

    ¿Dónde comienza el límite,

    los hechizos de oscuridad claridad?

     

    Separada del día

    parpadea la noche

    en el instante exacto.

    También el dormitorio

    del mundo se-se- para,

    se despereza lento, vago y torpe.

     

    Los paisajes se tiñen

    y los bosques despiertan

    del follaje del sueño.

    Filtra el ánimo olor

    a limpio, a cervatillo entre arbustos,

    entre sendas con luz

    fascinadOra.

     

    Cierro los ojos

    quedaMente,

    así…

    como un ciego sin rostro

    por la brisa ligera.

     

    SONATA en rima AZUL

     

    Con las cincuenta y seis hebras de sol

    en el otoño de mi vida,

    la mañana de agosto es una isla

    sobre el perfil del mar.

     

    En el gris del océano

    la lenta geografía se adormece:

    fronteras,

    travesías,

    la playa donde habitan otras playas…

    las encinas del bosque por la nube

    y antes de evaporarse

    los castillos de arena

    de

            rrum

                      ba

                             dos. 

     

     

  • NIEVES VIESCA- EDITORIAL ENKUADRES- 2017 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.