ADIÓS A UN ICONO DE GIJÓN
ENRIQUE CASTRO «QUINI»
Decía el gran poeta José Martí que “La poesía vive de honra”.
TODAS intuíamos las mismas dudas: ¿las poetas ganamos premios o participamos en los jurados que los conceden?
La editorial ‘tigresdepapel’ ha publicado recientemente un libro donde la investigadora Nieves Álvarez y la asociación Genialogías han titulado “Descubrir lo que se sabe” donde se analizan 48 premios actuales de poesía dotados con más de 5.000 euros de cuantía y cuyo resultado era el esperado: un 82% de los premiados son hombres.
No será esta humilde poeta desde este Blog quien defienda a muerte (metafóricamente) la paridad, pero sí voy a defender a capa y espada la JUSTICIA POÉTICA con tres botones de muestra. En los Premios Nacionales solo 5 mujeres han ganado en 40 años. Continúo: en el premio Casa de América 2 de las 16 ediciones y en el premio Loewe una única mujer en 28 premios concedidos.
Quieren que siga sumando invisibilidad… o restando injusticia poética?.
Este canto, que anoche
amanecía en calles
con rocío de lluvia
sobre grietas de asfalto,
no cesa de trinar en la tormenta.
El mundo alberga puentes que se hunden,
tinieblas que resecan la caída
de los párpados, piel con polvo y barro
sin aromas de azúcar.
En tu blancura palpa el horizonte,
entre el miedo que arrastran
las aguas torrenciales del vivir,
dátiles cetrerías en la tarde
con mirlos y vencejos.
Córdoba despidió el lunes, 15 de enero a Pablo García Baena ilustre poeta y uno de los fundadores del Grupo Cántico. Hijo Predilecto de Andalucía, entre otros muchos galardones recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año 1984.
Pablo García Baena falleció a los 94 años de edad, siendo uno de los autores más representativos de la poesía en castellano. Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias declaró que la obra de García Baeza era “esencial para entender y explicar la poesía del Siglo XX, su evolución, sus frutos y sus preferencias”.
Bajo tu sombra quiero esperar las mañanas fugitivas
de frescura
y los atardeceres largos como miradas
cuando todo mi ser es un canto al amor,
un cántico al amor entregado,
mientras las manos se curvan sobre las espaldas desnudas
y mis párpados se tiñen con el violento jacinto de la dicha.
De su poemario “Junio” (1957)