ContrAfirma (VII)

 

 

 

Hambre y Sed

 

Me acerco a este Blog para compartir con todos ustedes la experiencia que me ha sucedido recientemente.

Caminaba por una plaza de Madrid cierta solitaria mañana de domingo cuando, queriendo o sin querer, me acerco a una muchacha extranjera con aspecto diría ‘de indigente’. Al pasar por su lado y no escuchar una jaculatoria ni ver objeto alguno con varias mínimas monedas suplicantes, proseguí mi lento caminar yendo a sentarme al banco próximo, a fin de disfrutar con aquellos placenteros rayos de sol.

En esto, cuál no sería mi sorpresa cuando a los dos o tres minutos se acerca un joven sudamericano a quien evidentemente estaban esperando: igual que una pareja de enamorados, la chica y el recién llegado se abrazan amorosamente, se besan, sonríen entre ellos y en ese instante de plena y aparente felicidad, sin pensarlo, el mancebo va y salta la pequeña barrera que cercaba el jardín de la plaza con el cartelillo de ‘prohibido‘ y sin más, corta una flor para su amada. Ella, acoge el gesto como una Julieta premiando a su Romeo con la mejor de sus caricias.

Desde la posición de mi banco, yo, observo la escena y con alma becqueriana comienzo a decirme y desdecirme sobre el amor y la poesía, pensando firmemente aquello de ¿Poesía?

 

Poesía no eres tú,

sino… ¡ellos!

 

Igual que un Juan de Mairena en una clase magistral, elucubrando mientras los contemplaba, indudablemente debí sonreír o sonreírles y ¡eh…! de pronto la pareja de shakesperianos, con caras marcadamente hostiles, reparan  mi presencia y comienzan a observarme, a fijar su mirada en mi persona, a comprobar que estaba solo (por tanto vulnerable) a que los alrededores y el entorno se hallaban vacíos de gente…

Confieso que en cuestión de segundos me invadió la inquietud. El NuevoRomeo, con mirada asesina, parecía adivinar que yo era testigo de su ‘infracción’ (robar una flor de un parque con el cartel de “prohibido”). ¿Le habría grabado con el móvil? ¿Intentaría ‘de su falta’ sacar partido? ¿Estaría ocioso y él, un pobre emigrante con o sin papeles y ella, en circunstancias tal vez parecidas, decidiría a costa de ellos pasarme un buen rato y perjudicarles, denunciando?

Toda la poesía se me vino abajo cuando compruebo que ambos, con sus respectivos teléfonos, efectúan llamadas y hablan con terceras personas a la vez que  no cesan, ni un solo segundo, de examinarme con actitud de marcada agresividad.

Con alarma, con aprensión, con cobardía, me levanto, apuro el paso y casi corriendo por temor a ser perseguido, huyo, sin atreverme a volver la cabeza.

Ahora me pregunto ¿Qué estamos construyendo? ¿Es tal el grado de horror, desconfianza y susto que nos estamos proporcionando unos a otros? ¿Tan grande es la injusticia, desigualdad y sinrazón? Ellos, con necesidades básicas, pasando grandes dificultades. Yo, con mi sueldo de catedrático malviviendo en la creativa soledad de un verbo llamado desilusión…pero ambos temerosos, asustadizos, alarmados?

Queda un consuelo. Decía Emanuel Geibel que “Las demás gentes están hambrientas, pero el alma de un POETA está eternamente sedienta”.   

 

Esta entrada fue publicada en Juan R. Artidiello por Nieves Viesca. Guarda el enlace permanente.

Acerca de Nieves Viesca

Nieves Viesca poeta y narradora, nace en Gijón, ciudad donde reside. Su andadura literaria comienza en el periódico El Noroeste, desde su fundación en 1978 hasta la desaparición del mismo. Tiene publicados los libros de relato: La danza del equilibrio (1996); Metamorfosis del sentimiento (2002); Diecinueve o Veinte Líneas (2009). Figura en las Antologías: Sembrando ilusiones (2003); Tejedores de palabras (2005); Muestra Siglo XXI de Poesía en Español (2006); Tankas para la primavera (2007); XX Colección Voces Nuevas de Poesía (2007); Los mejores Bilordios de Pinón (2007) Obra Social Cajastur; Palabras con Ángel (2009). MiniAntología XXX Aniversario Fundación Prometeo, (2010).

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