lecturAma

lecturAma

GIACOMO LEOPARDI

Diálogo entre un vendedor de

almanaques y un transeúnte

Vendedor. ¡Almanaques, almanaques, almanaques nuevos! ¡Calendarios nuevos! ¿Un almanaque, señor?

Transeúnte. ¿Son para el año nuevo?

Vendedor. Sí, señor.

Transeúnte. ¿Crees que tendremos un año nuevo feliz?

Vendedor. Sí, caballero, sí, por supuesto.

Transeúnte. ¿Cómo el anterior?

Vendedor. Más todavía, caballero.

Transeúnte. ¿Cómo cuál, entonces? ¿No te gustaría que el año nuevo fuera como alguno de estos últimos años?

Vendedor. No, señor, eso no me gustaría.

Transeúnte. ¿Cuántos años nuevos pasaron desde que empezaste a vender almanaques?

Vendedor. Van a ser veinte años, caballero.

Transeúnte. ¿A cuál de esos veinte años te gustaría que se pareciera el año que viene?

Vendedor. ¿Cuál me gustaría a mí? No, no sabría decirle.

Transeúnte. ¿No recuerdas alguno en especial, que te haya parecido feliz?

Vendedor. La verdad no, caballero.

Transeúnte. Pero la vida es bella, ¿no es cierto?

Vendedor. Eso ya se sabe.

Transeúnte. ¿No volverías a vivir esos veinte años, e incluso todo el tiempo que pasó, desde que naciste?

Vendedor. ¡Ah, estimado señor, ojalá se pudiera!

Transeúnte. ¿Pero si tuvieras que volver a vivir la vida que ya viviste, exactamente igual con todos sus placeres y dolores?

Vendedor. No, no, eso no quisiera.

Transeúnte. ¿Y qué otra vida quisieras volver a vivir? ¿La vida que tengo yo, o la del príncipe, o la de algún otro? ¿No crees que tanto yo como el príncipe o cualquier otro responderíamos igual que tú, con esas mismas palabras, que si tuviéramos que repetir lo ya vivido, no nos gustaría volver al pasado?

Vendedor. Bueno, sí, eso creo.

Transeúnte. ¿Qué vida quisieras, entonces?

Vendedor. La vida que Dios me diera, sin otras condiciones.

Transeúnte. ¿Una vida librada al azar, sin saber nada de antemano, como no se sabe nada del año nuevo?

Vendedor. Sí, así es.

Transeúnte. Lo mismo quisiera yo si pudiera vivir de nuevo, y creo que todos. Esto indica que el azar, en lo que fue del año, trató mal a todo el mundo. Y se ve claramente que cada uno opina que el mal fue mucho mayor y mucho más grave que el bien que le tocó en suerte. Si la condición para recuperar la vida desde el comienzo incluyera todo lo malo y todo lo bueno, a nadie le gustaría volver a nacer. La vida bella no es la que se conoce, sino la que no se conoce. No es la vida pasada, sino la futura. Con el año nuevo, el azar nos tratará bien a los dos, y a todos, y comenzará la vida feliz. ¿No es cierto?

Vendedor. Espero que sí.

Transeúnte. Entonces, muéstrame el almanaque más bonito que tengas.

Vendedor. Tome, caballero. Son treinta centavos.

Transeúnte. Aquí los tienes.

Vendedor. Gracias, caballero, hasta pronto. ¡Almanaques, almanaques nuevos! ¡Calendarios nuevos!

Esta entrada fue publicada en Lecturama por Nieves Viesca. Guarda el enlace permanente.

Acerca de Nieves Viesca

Nieves Viesca poeta y narradora, nace en Gijón, ciudad donde reside. Su andadura literaria comienza en el periódico El Noroeste, desde su fundación en 1978 hasta la desaparición del mismo. Tiene publicados los libros de relato: La danza del equilibrio (1996); Metamorfosis del sentimiento (2002); Diecinueve o Veinte Líneas (2009). Figura en las Antologías: Sembrando ilusiones (2003); Tejedores de palabras (2005); Muestra Siglo XXI de Poesía en Español (2006); Tankas para la primavera (2007); XX Colección Voces Nuevas de Poesía (2007); Los mejores Bilordios de Pinón (2007) Obra Social Cajastur; Palabras con Ángel (2009). MiniAntología XXX Aniversario Fundación Prometeo, (2010).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.